
Veo mi antiguo blog, me asombra advertir el paso del tiempo en algo tan efímero como es este blog que perdí. Me encontré con la dirección y ahora lo vuelvo a recuperar. No sé para qué, en realidad tengo otros dos y uno dedicado a la memoria de mi hijo Santiago. Pienso en el curso que estoy dando sobre Michel Foucault, pienso en lo que en Las palabras y las cosas habla de la representación y lo veo tan claro que casi me dan ganas de quitar el blog a la memoria de mi hijo. En esta duplicación de la “repraesentatio” -esta conciencia del doblez de la “repraesentatio”- la que surge con el Clasicismo, duplicación que prolifera en la relación del significante con lo significado…,(p.70). Como quiera que sea, la representación clásica no puede reducirse a una mera “imagen intelectual”. Implica una distancia que es la que confiere la duplicidad a la imagen: La representación es representada, es efectuada con la conciencia de su carácter “representador”, incluso en el sentido teatral del término. De ahí la posibilidad del juego casi infinito del trompe-l´oeil, tan propio de una época de salones y espejos, jardines-laberinto. De ahí la posibilidad de analizar la representación y hacer de este análisis fundamento de la teoría del signo. De ahí la posibilidad proliferante de hacer reduplicar esta representación, de “embellecerla” con toda suerte de simetrías, y la conciencia del carácter artificioso que el hombre se hace de la realidad de su época: el hombre es disfraz en un mundo que es teatro y decorado. Es una duplicación de esa imagen, es decir, la imagen representada y la conciencia de su carácter representador, en donde el lenguaje ya no remite a las cosas sino a sus representaciones. Éste es el problema, que de seguir así algún día el lugar se convertirá en el sitio de la performatividad y no en ese lugar en donde sólo conmemoro a mi hijo.
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