Monday, July 06, 2009
La filosofía
A veces creo que no tenemos ya nada que decir, bueno, creo eso de mi, creo que me he ido silenciado, que nada de lo que diga será tomado en cuenta y que no tengo más que el silencio, ese susurro que grita tan fuerte, pero que igual, no dice nada. Cuando empecé a estudiar filosofía, recuerdo, era tan absolutamente creyente en que podría dejar una huella en la filosofía, que podía sacudir viejas estructuras de pensamiento y hacer que la filosofía señalara nuevos derroteros para la existencia. Pensé que el camino era como esta fotografía que pongo en el Blog, un camino franqueado por pilares durísimos, pero que al fin y al cabo se abría hacia un infinito. No sé por qué y cuándo se me fue marchitando el corazón. Creo que las condiciones de vida, las obligaciones, los límites que nos impone las situaciones que vivimos, nuestras fantasías, los deseos, el horror de vivir, el miedo y las frustraciones hacen que nuestro mundo se transcriba en un borrador precario donde estamos al fin y al cabo, reescribiendo la misma historia, con matices, pero es la misma historia. Quise escapar de todo esto pero me fue imposible. Quise estar siempre dando clases, investigando, leyendo, pero esto me fue imposible también porque tenía que vivir. Luego, cuando ya renuncié a todo por estar en la filosofía me di cuenta de que el tiempo había pasado y que en mis manos sólo estaban esos viejos recuerdos de mi paso por lugares que hubiera querido nunca haber estado. Me cansé y el cansancio me hizo saber que no se me otorgó el don del pensamiento.
Por otra parte, el sistema de vida que llevamos en México no nos permite sacudirnos del yugo y creo que todos los que damos clases en los distintos centros de estudio terminaremos muriéndonos en el pizarrón, al frente de un grupo, señalando las imposibilidades y los aciertos, las esperanzas frustradas y los deseos, escribiremos en el corazón de nuestros alumnos las cosas que quisimos y no pudimos decir cuando fue el momento y ahora sólo recordaremos todos aquellos instantes en los que fuimos extraordinarios. Seguramente que debimos de haber sido importantes, definitorios, excelentes, significativos, algo más que simples humanos, para alguien. La palabra es algo que nos excede, nunca la atrapamos, nunca la tenemos, con el tiempo aprendemos que el lenguaje es, como se decía antiguamente: mostrenco. Hoy me siento triste a pesar de la emoción que me embarga por viajar. Desde luego, es 6 de mes y esta fecha es imborrable.
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